Decirlo o no decirlo, ésa es la cuestión de Mikael

Mikael (© Ulrika Hallin)

¿Cómo reaccionará tu jefe si descubre que padeces una cardiopatía congénita? ¿Debes comentarlo durante la entrevista de trabajo o es un dato totalmente irrelevante? Te contamos la historia de Mikael Meijer y su búsqueda de un trabajo estable.

Para Mikael Meijer, la opción de trabajar en un hospital se revelaba obvia. “Después de todo, he estado en contacto con la sanidad durante toda mi vida y quiero devolver un poco del cariño que todos me han demostrado, a excepción de alguna que otra enfermera malvada”, comenta con una sonrisa.

En secundaria, Mikael empezó a estudiar ingeniería mecánica, pero sentía que no terminaba de encajar, así que cursó otras asignaturas con vistas a conseguir la titulación oficial en enfermería. Una vez finalizada su formación, logró realizar una sustitución de nueve meses en el Centro de Cirugía Torácica del Hospital de Karolinska, Suecia.

En el hospital, decidió no decir nada sobre su afección cardiaca, porque quería que se le reconociera por sí mismo y no por su cardiopatía. Según sus propias palabras, quería que se le viera como “Mikael, el enfermero” y no como “Mikael, el enfermo”. Sin embargo, un día, un compañero le preguntó de pasada si padecía del corazón. Decidido a atajar el tema, a la mañana siguiente en la reunión de personal, Mikael comunicó su problema cardiaco a sus compañeros. Sin embargo, esa misma tarde, su supervisor le llamó a su despacho y le dijo que, desafortunadamente, no podían renovarle la sustitución.

Guardar silencio

Mikael tuvo suerte y encontró una nueva sustitución de cuatro meses en otro departamento del mismo Centro Torácico. “Esta vez tenía claro que no iba a decir nada sobre mi cardiopatía”, afirma. Así que Mikael guardó silencio. Se esforzó mucho, en ningún momento cayó enfermo y le renovaron varias veces. Pero, de repente, cuando llegó el momento de renovar, de nuevo se lo denegaron. “De algún modo se enteraron de mi afección cardiaca —afirma—. Querían seguir contando conmigo, pero como un recurso extra. Esto implicaba que sólo me pagarían la mitad del sueldo y esperaban que yo buscara a un patrocinador que asumiera la otra mitad”. Mikael optó por dejar el departamento.

Contar la verdad

El departamento de Fisiología Clínica necesitaba personal y Mikael mandó su curriculum. “Era el único candidato masculino y quisieron entrevistarme. Estábamos sentados hablando y sentí la necesidad de poner las cartas sobre la mesa, de modo que les informé sobre mi cardiopatía. ¡Y conseguí el trabajo! Hace ya siete años que trabajo en el departamento y también soy paciente una vez al año, aunque nunca he tenido ningún problema”.

Por supuesto, Mikael se ha preguntado en qué modo afecta una cardiopatía congénita a la hora de optar a un puesto de trabajo. “Resulta difícil decidir si contarlo o no —comenta—. Cuando trabajaba en cirugía y tenía que cambiarme de ropa, siempre me quitaba y me ponía la camisa muy rápido y llevaba una camiseta debajo de la camisa con cuello en V. No me parecía buena idea que se viera la cicatriz”.

Nuestro entrevistado ha seguido llevando su vida personal y profesional por separado. A pesar de trabajar con enfermos del corazón, nunca les dice que él también lo es. “Hemos de centrarnos siempre en el paciente. Conoces a gente muy distinta, algunos te cuentan toda su vida y otros apenas comentan nada. Yo juego con una gran ventaja porque, por experiencia propia, entiendo por lo que el paciente está pasando”.

Autor(es): Ulrika Hallin
Última actualización: 2010-04-19