Olivia: respuestas a preguntas, miedos y preocupaciones

(© Privado)

Hola, mi nombre es Olivia. Nací el 14 de octubre de 1999 y me diagnosticaron una cardiopatía justo antes de mi segundo cumpleaños. Me diagnosticaron una estenosis aórtica de grado 1 y una insuficiencia aórtica de grado 3 y, con posterioridad, desarrollé una endocarditis de la válvula aórtica. Con el paso del tiempo, la fuga de la válvula aórtica fue empeorando. Los médicos informaron a mis padres de que, en algún momento, tendría que operarme. Cualquier persona que tenga un hijo enfermo entenderá cómo se sintieron mis padres al oír la noticia. Ahora, mi madre, Claudia, os contará en qué consiste la operación de Ross a la que me sometieron.

Sabíamos que, en cualquier momento, nuestra hija, Olivia, podría necesitar una operación de Ross.

Leí en Internet mucha documentación acerca de la operación, sin embargo, seguía teniendo muchas preguntas angustiosas: ¿Habrá algún problema? ¿Tendrá Olivia muchos dolores? ¿Qué haremos si muere? No podíamos más y esto sólo acababa de empezar. Me acordé de que la clínica universitaria celebra reuniones informativas sobre cardiopatías en niños, así que fuimos con Olivia y estoy muy contenta de que asistiéramos. Encontramos respuestas a las preguntas, miedos y preocupaciones que nos habían estado atormentando durante semanas. Además, nos permitieron entrar en la unidad de cuidados intensivos. Tenía en mi cabeza un montón de imágenes desagradables como, por ejemplo, muchos tubos, dolor e incluso sangre. Pero la realidad no tenía nada que ver con lo que me había imaginado. Los niños de la planta de cardiología parecían relajados y contentos. Las cosas ya no parecían tan horribles, lo que no quiere decir que dejáramos de estar nerviosos. Pero la sensación de que “estaban haciendo todo lo posible por Olivia” era muy reconfortante. El trabajador social del hospital le dio a Olivia un ejemplar del folleto "El diario del corazón de Anna", que resultó fantástico. En casa miramos las imágenes de la operación una y otra vez, y hablamos muchísimo de ello.

Olivia at Uni Giessen
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Entonces, llegó el día de la operación, el 26 de febrero de 2007. Olivia no tenía nada de miedo. La acompañamos a la sala de pediatría, donde conoció a los médicos, que fueron muy cariñosos con ella. ¡Fue tan valiente! Mi marido lloraba pero, sorprendentemente, yo estaba muy serena. Entonces, se la llevaron. Una vez más, nos asaltaron muchísimas preguntas y miedos: ¿Cómo saldrá todo? ¿Qué estarán haciendo ahora? Nunca olvidaré cómo me sentí en aquel momento. ¡Estaban operando a mi niña! No podíamos quedarnos esperando de brazos cruzados, nos estábamos volviendo locos. Así que nos fuimos a la ciudad, aunque en nuestro corazón seguíamos con nuestra hija. El que habláramos muchísimo de nuestros miedos y emociones resultó muy importante. El tiempo transcurrió muy rápido. Olivia estuvo en el quirófano durante 8 horas. Nos dejaron verla al cabo de 3 horas. Me daba mucho miedo tocarla al verla tumbada allí, de aquella manera, llena de tubos. Pero Olivia estaba muy guapa y parecía serena. Tenía color en las mejillas. Afortunadamente, se encontraba bien después de una operación tan importante. Durante su estancia en la unidad de cuidados intensivos, la visitaba durante el día y volvía a casa por la tarde. Llamaba al hospital la misma tarde y, también, a la mañana siguiente, para saber qué tal se encontraba. La atención telefónica siempre fue muy amable. Olivia tenía muchas náuseas, pero nunca se echó a llorar y siempre se mostró cooperativa. Después de 9 días, pudo salir del hospital.