Aprender a vivir de nuevo

(© Privado)

“Olivia, nuestra hija, nació con una cardiopatía grave (DSVD= Doble Salida del Ventrículo Derecho). Durante la cirugía cardiaca surgieron numerosas complicaciones, como una neumonía y un fallo multiorgánico, y, además, tuvieron que ponerle una sonda nasogástrica, lo que implicaba que la niña tenía que seguir ingresada en el hospital durante algunas semanas. Thomas, mi marido, y Oliver, nuestro primer hijo, tuvieron que hacer frente a todas las adversidades del día a día, mientras yo estaba en el Centro de Cardiología con Olivia. Iba a casa el fin de semana sólo para poner una lavadora con mi ropa y asegurarme de que todo estaba bien. Pero lo único que quería en ese momento era volver al hospital con mi hija”.

“Unas semanas más tarde, y en un estado tremendamente lamentable, llegamos a la clínica ROF y volvimos a ser nosotros mismos. ¡Estábamos a salvo! ¡Se acabó la lucha continua con la burocracia, el rellenar formularios, toda esa hostilidad! Lo único que teníamos que hacer era relajarnos y volver a conocernos, redescubrir nuestras relaciones. La rehabilitación fue la salvación de Oliver; terapeutas cualificados analizaron sus alteraciones de conducta y nos las comentaron. Como padres, tuvimos la oportunidad de aprender a ser compañeros y a volver a sentirnos una familia, a volver a reír, a pesar de tener a una hija enferma. Sentíamos una enorme necesidad de comunicarnos y compartir nuestras experiencias. Necesitábamos apoyo psicológico y libertad para reestructurar nuestras vidas. Fue un trabajo duro y sólo podía salir bien dentro de este espacio protegido”.

Autora: Astrid L. (madre de Olivia)