Eivind lo sacrifica todo por el fútbol

Eivind (© Bente Bjercke)

Cuando a Eivind le operaron nada más nacer, el médico dijo: “La operación ha sido todo un éxito, pero nunca llegará a ser un deportista de élite”. Dieciséis años y numerosos puntapiés después, Eivind le ha demostrado al médico que estaba equivocado. Esta es su historia:

No puedo vivir sin el fútbol

"No me puedo imaginar la vida sin el fútbol”, afirma Eivind Stigen Holter (Oslo), de dieciséis años. “Sólo pensarlo me da pavor. Recuerdo que cuando era más pequeño, se habló de que algún día llegaría a jugar en la Copa de Noruega. Mi madre no se lo podía creer. Por eso, la primera vez que jugué la Copa, se echó a llorar”.

No soy sólo un corazón

El régimen de entrenamiento de Eivind provocaría que cualquier persona se quedara sin aliento. Entrena cinco o seis veces a la semana y juega partidos todo el año. Con 16 años ya está en el equipo juvenil. Cuando un futbolista es tan bueno, los obstáculos se pueden dejar a un lado. "La gente dice que el mero hecho de que esté en tan buena forma ya es un logro especial, pero yo no lo veo así”, afirma Eivind. Además de una estenosis aórtica, tiene graves problemas de alergia y asma. Eivind también es celíaco (alergia al gluten). Su asma puede empeorar bastante durante los meses de invierno. "A veces cojo bronquitis y me pongo enfermo, pero la mayor parte de las veces se me pasa", añade Eivind.

Decidí no someterme a tratamiento

En 2005, Eivind tuvo que volver a operarse. Los cirujanos le recomendaron ponerse una válvula mecánica, como la solución más fácil y acertada a largo plazo. Sin embargo, la válvula hubiera implicado seguir un tratamiento de por vida con un medicamento llamado Marevan, indicado para reducir la capacidad de coagulación de la sangre. "La operación me hubiera supuesto dejar el fútbol”, explica Eivind. “Jugar al fútbol a mi nivel es incompatible con medicamentos que impiden la formación de coágulos, en parte, porque el riesgo de hemorragia es muy elevado”. Los padres de Eivind, Thora Holter y Kjartan Stigen, buscaron información en Internet sobre otras posibles soluciones y valoraron distintas alternativas. Descubrieron que la valvuloplastia se estaba convirtiendo en una práctica más habitual y tras varias conversaciones con el equipo del Hospital Universitario de Oslo, se optó por esta solución.

Calidad de vida

Eivind (© Privado)

Eivind estaba de acuerdo con la decisión de reparar su válvula aórtica, en vez de sustituirla. En marzo de 2005, Eivind pasó por una aortoplastia para conservar su propia válvula. Solo unos meses después ya se encontraba sobre el terreno de juego. "Fue una decisión difícil”, afirma Eivind. “Para mí, la calidad de vida es lo más importante. Una válvula mecánica me hubiera impedido dedicarme a lo que más me gusta en el mundo: el fútbol. Muchas cosas dejarían de ser lo mismo sin el fútbol, incluida mi vida social”. Eivind es muy consciente de que puede que algún día tenga que ponerse una válvula mecánica. Nadie puede saber cuánto durará una reparación de ese tipo pero, hasta la fecha, los médicos están encantados con los resultados. Según Eivind, “afortunadamente, podré seguir activo hasta que cumpla 20 años, puede que incluso más”. “El fútbol es mucho más importante para mí que el hecho de que tenga o no que pasar por otra operación en el camino. Soy yo quien tiene que vivir con las consecuencias de las operaciones. Por supuesto que escucho los consejos de los médicos, pero ellos también me tienen que escuchar a mí”, reivindica Eivind.

Físicamente activo

Eivind está encantado de que los médicos no vean en él únicamente un corazón, sino que le vean como una persona de los pies a la cabeza. Lleva jugando al fútbol desde los seis años y está convencido de que la actividad física le ha venido bien a su cardiopatía. “Estar en buena forma y entrenar mucho significa que mi corazón trabaja con menos esfuerzo”. “Recuerdo perfectamente que, cuando tenía unos 11 ó 12 años, durante un reconocimiento, un médico me dijo que nunca llegaría a ser futbolista profesional. Estuve triste durante mucho tiempo después. Sin embargo, ese comentario también sirvió para motivarme más a ser mejor”.

Metas altas

La actividad física a una intensidad baja o alta es beneficiosa para los niños y adolescentes con cardiopatías congénitas. El sueño de Eivind es llegar a ser futbolista profesional. Este verano, Eivind y su equipo estuvieron en Minnesota, durante dos semanas, en la Copa de EE.UU. Con Eivind como capitán, el equipo ganó la final de su categoría y se llevó a casa el premio más importante de toda la temporada. “¡Fue increíble! La experiencia de EE.UU. fue impresionante”, afirma Eivind. “Era un torneo muy importante y entrenamos muy duro para ganar. Había miles de personas en las gradas y el partido final fue muy duro. Jugamos con el Texas Pro Select –uno de los mejores equipos de juveniles de 16 años de EE.UU.– y ¡les dimos una paliza!". De vuelta a casa, en Noruega, el equipo de Eivind llegó hasta las semifinales de la Copa noruega, donde se hicieron con el tercer puesto. Coronaron esta larga temporada ganando el pasado otoño la Copa Adidas, que es el campeonato noruego no oficial de su categoría.

Eivind se está replanteando sus estudios. No tiene claro a qué quiere dedicarse, pero se está planteando la posibilidad de convertirse en embajador. Sus metas son muy altas. Mientras tanto, seguirá jugando al fútbol.

"Si llego a ser futbolista profesional, le enviaré entradas gratuitas a ese médico", se ríe Eivind.

Autor(es): Unni Grevstad
Última actualización: 2009-01-08